Ciudad Vampiro
Ciudad Vampiro Miguel Río viajaba en silencio, sentado en el asiento trasero de la vieja furgoneta gris, escuchando música en sus audífonos. El motor vibraba como si tuviera un corazón nervioso, y la carretera interminable parecía tragarse el tiempo. Su padre conducía concentrado, con los nudillos apretados sobre el volante; su madre miraba por la ventana con una mezcla de nostalgia y expectativa. Se mudaban a una nueva ciudad. Para Miguel aquello significaba empezar de cero: primer año de universidad, nuevas calles, nuevos rostros... pero algo, en lo más profundo de su instinto, le decía que esa ciudad no era como las demás. La metrópolis apareció en el horizonte como una sombra dormida. Los edificios eran tan altos que ocultaban parte del cielo, y las luces parecían diseñadas para cementerios: pálidas, rojas, casi muertas. Miguel observó y notó lo imposible: los transeúntes tenían la piel demasiado blanca, los ojos demasiado brillantes, y cada sonrisa revelaba un destello me...