El tesoro del duende irlandés, cuento infantil



EL TESORO DEL DUENDE IRLANDÉS

Había una vez un granjero que trabajaba en el campo, todos los días se levantaba en su tractor viejo para arar la tierra y poder cultivar lechugas, tomates y papas. Era muy esforzado, su jordana empezaba temprano en la mañana y terminaba a las siete y media de la tarde.

El granjero le rezaba a Dios que lo ayudara, tenía una familia numerosa y muy pobre, no podía dejar de trabajar. Con el sol en la espalda el campesino no paraba de manejar su tractor rojo para poder vender sus verduras en la feria.

Un día cualquiera, el granjero araba la tierra con un rastrillo, estaba sacando las hojas secas del suelo, cuando de repente abajo de una hojita había un hombrecillo, era un duende irlandés, el granjero no lo podía creer, nunca había visto uno. Tenía un sombrero y traje verde oscuro. El duendecillo se presentó: soy el duende mágico y tienes derecho a tres deseos. 

El granjero sorprendido, no dudo en pedir, quiero tener mucho dinero, buena salud y por supuesto, una familia contenta. El duende finalmente le concedió los deseos y desapareció sin dejar rastro alguno. Cuenta la leyenda que el granjero se compró el campo más grande de su pueblo y fue feliz con su familia hasta el final del tiempo.





EL TESORO DEL DUENDE IRLANDÉS

Había una vez un granjero que trabajaba
en el campo chileno en el fundo de su patrón,
en su tractor viejo, siempre se levantaba temprano 
y salía por la tarde cansado, a las siete y 
media. No tenía suficiente dinero para pagar
las deudas del banco, y eso que trabajaba
todo la semana sin detenerse. El granjero
le rezaba a Dios mientras iba en su tractor
rojo, le pedía por favor que lo ayudase. Su familia
era numerosa y muy pobre. Necesitaban 
un milagro financiero para poder descansar. 
Ya era la hora de salida, y al campesino
le faltaba limpiar las últimas hojas del suelo con 
un rastrillo, cuando sorpresivamente se dio cuenta,
que abajo de una hoja había un duendecillo
irlandés escondido, tenía el sombrero y el traje 
verde. El granjero se le quedó mirando y le dijo: 
-Hola pequeño amigo. ¿Como estás? -¿Que 
haces tan lejos de casa? ¿Necesitas algo?
El duende le contestó: He venido a ayudarte,
anda a la última cascada en la montaña y al
final del arcoíris encontrarás un tesoro oculto,
una olla llena de monedas de oro. Son todas 
tuyas. Tienes suerte porque existe solamente 
una en todo el planeta, y tú la ganaste por trabajar 
tanto. El granjero no lo podía creer, era muy 
rico. Cuando llegó a la casa le dijo a su señora lo
que había sucedido, prepararon un banquete
y celebraron este gran hallazgo. Finalmente
se compró el campo donde trabajaba y una
camioneta para transportar verduras.

Fin

















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