El granjero y el duende irlandés

 

EL GRANJERO Y EL DUENDE IRLANDÉS

Había una vez un granjero llamado Miguel, que vivía en un pequeño pueblo en Irlanda. Un día, mientras trabajaba en su campo, descubrió un pequeño duende que se había quedado atrapado entre las hojas verdes de un árbol. El duende, agradecido por la ayuda de Miguel, le prometió una recompensa.

Miguel, que siempre había soñado con encontrar un tesoro, escuchó atentamente las palabras del duende. Este le reveló que en lo profundo del bosque había una cueva escondida, llena de monedas de oro. Pero había un precio: el granjero debía completar tres tareas para demostrar su valía.

La primera tarea era sembrar un campo de tréboles en una noche. Miguel, con dedicación, aró la tierra y, con la ayuda mágica del duende, las semillas florecieron rápidamente, cubriendo el campo con un hermoso manto verde.

La segunda tarea requería que Miguel recogiera el canto de un ruiseñor al amanecer. El granjero se despertó temprano y, con paciencia, logró atrapar la melodía del pájaro en una pequeña botella, algo que impresionó mucho al duende.

La última tarea era más desafiante: debía liberar a un zorrito atrapado en una trampa. Miguel, guiado por su bondad, encontró al zorrito y lo liberó, pero no sin antes asegurarse de que el animal estuviera a salvo.

Al completar las tres tareas, el duende, fiel a su palabra, llevó a Miguel a la cueva donde se encontraba el tesoro. Una vez ahí, entre las monedas de oro y joyas brillantes, Miguel sintió una profunda felicidad. 

Y así, Miguel se convirtió en un granjero millonario, muy querido en su pueblo, conocido por su bondad y su relación especial con el mundo rural que lo rodeaba.


 Fin.



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