EL EXORSISMO DE CAROLINA RODRIGUEZ
EL EXORSISMO DE CAROLINA RODRIGUEZ
En la gran ciudad de Santiago de Chile, Carolina Rodríguez, una talentosa artista visual que había enfrentado una intensa batalla con la adicción, buscaba redención. Después de años de oscuridad, decidió que era hora de renacer. Su arte, una mezcla de luces y sombras, reflejaba tanto su lucha personal como su anhelo de esperanza.
Carolina había escuchado rumores sobre un antiguo ritual de magia blanca, dirigido por tres maestros guías espirituales que se reunían en una casa alejada en el campo, donde la conexión con lo divino era más intensa. Motivada por el deseo de liberarse de los demonios de su pasado, contactó a estos maestros con la esperanza de encontrar paz.
La noche del ritual, las velas parpadeaban suavemente en la penumbra, creando un ambiente cargado de energía. Las tres maestros, vestidos con túnicas blancas, irradiaban un aura de serenidad mientras le daban la bienvenida. Carolina sintió una mezcla de nerviosismo y esperanza, como si cada vela encendida representara un pedazo de su alma volviendo a brillar.
Los guías comenzaron a entonar cánticos ancestrales, invocando ángeles y espíritus benevolentes. Mientras Carolina se sentaba en el centro del círculo, cerró los ojos y se concentró en dejar ir todo el dolor que la había acompañado. En su mente, los recuerdos de sus días más oscuros se desvanecían, reemplazados por visiones de luz y amor.
Uno de los maestros se acercó a ella, sosteniendo una vela dorada, y le habló con dulzura. “La esperanza es un poderoso aliado, Carolina. Hoy, nos unimos para ahuyentar a los demonios que aún residen en tu ser. Recuerda que cada chispazo de luz puede combatir la oscuridad”.
Con cada palabra, Carolina sentía cómo una energía cálida la envolvía. Los guías comenzaron a mover sus manos en un trance hipnótico, y Carolina, inmersa en un profundo estado de meditación, comenzó a ver figuras de luz que danzaban a su alrededor: ángeles, guardianes de su camino.
El ritual continuó, y la atmósfera se volvió más intensa. Las velas brillaban con más fuerza, y Carolina sintió una liberación inesperada. Como si toda la carga emocional que había llevado por años se disipara. En ese momento, supo que estaba lista para dejar atrás su pasado y abrazar un futuro luminoso.
Al finalizar el ritual, los tres maestros guiaron a Carolina a salir al exterior. Bajo un cielo estrellado, se respiraba un aire fresco y renovador. Ella, llena de gratitud, comprendió que la lucha no había terminado, pero ahora tenía herramientas y, sobre todo, esperanza.
Desde aquella noche mágica, Carolina Rodríguez se convirtió en una fuente de inspiración, usando su arte para compartir su viaje de recuperación, iluminando el camino para otros que también buscaban redención.
Fin.
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