EL GRANJERO Y EL DUENDE IRLANDÉS

 



EL GRANJERO Y EL DUENDE IRLANDÉS

Soy un granjero chileno, trabajo todos los días arando la tierra en mi tractor viejo, tengo que tener la cosecha lista para el verano, cultivamos choclos, pimentones, tomates y lechugas. Trabajo en Peñaflor, es ahí donde tengo mi campo, vivo con mi familia y mi perro Chocolate. Me levanto a trabajar, no puedo rendirme la inflación tiene los precios muy altos. Mi familia es numerosa, necesito mucho dinero todos los meses para pagar las cuentas del hogar. Mi corazón de campesino va a explotar algún día del cansancio, no he parado nunca de laburar, y no obtengo una remuneración como quiero. Le pido al cielo que me envíe un angelito a salvarme.

Son las 7 de la tarde, he terminado la faena, voy a descansar abajo de un árbol de manzanas rojas, me gustaría saber que se siente ser rico, llevo mucho tiempo trabajando para el patrón del fundo, y no tengo ahorros, espero algún día cambie mi suerte, y me encuentre un tesoro perdido. Pero yo sé que sería una ilusión de mi cerebro, estoy condenado a seguir trabajando en este campo por el resto de mi existencia. Voy a encender un cigarro y olvidarme por un rato de todo lo malo. Deben haber personas en peores circunstancias que yo en este momento. Mejor estar agradecido por lo que uno tiene y no culpar a nadie por tener poca plata, al que le toca le toca. Hay gente con más dinero y otras con menos, así es la vida.

Fue en ese instante cuando vi una hoja de árbol moverse, pensé que era el viento pero se siguió moviendo, entonces, la di vuelta y para mi sorpresa había un pequeño duendecillo escondido. Tenía la barbita pelirroja y un sombrero y traje verde oscuro, era un duende irlandés. Me dijo: ¡me atrapaste granjero! tienes derecho a un deseo, puede ser el que tu quieras, pero recuerda pedir algo bueno porque esta oportunidad no se le da a cualquiera. El granjero sorprendido no dudo en responderle, quiero un baúl lleno de monedas de oro puro, para poder pagar todas las deudas que tengo hace varios años. El duende verde no tuvo más remedio que concederle el deseo al granjero. Y un arcoíris mágico apareció al frente de sus ojos. Deberás excavar al final del arcoíris y encontrarás tu tesoro mágico.

El granjero no lo podía creer, por fin pensaba que Dios lo había escuchado, empezó con la pala a cavar y cavar hasta que llegó al fondo, toc toc toc, el sonido de la madera no mentía, había encontrado el cofre enterrado, lo sacó con cuidado y se lo llevó a la casa. Lo puso en el patio y lo abrió con un atornillador y un martillo a la fuerza. Adentro habían miles de monedas de oro amarillo brillando como estrellas en el cielo, ya no tendría nunca más problemas económicos. El granjero se quedó con el tesoro y así le cambió la suerte para siempre. Ya tiene dinero suficiente para comprarse un campo para él solo, y vivir con su familia felizmente hasta el fin de los tiempos.


















Miguel Carmona

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