LA PACIENCIA DE SAN PEDRO




LA PACIENCIA DE SAN PEDRO 

Soy un ángel palestino, me llamo San Pedro, antes era un pescador, trabajaba sacando peces del mar, para venderlos en el mercado, todos los días salía a pescar en mi bote de madera. Nunca he dejado de trabajar, incluso en el cielo, soy muy responsable, llevo muchos años trabajando sin detenerme, no tengo tiempo para nada más que para recibir fantasmas en el paraíso. Soy el recepcionista, administro la entrada, veo quién puede entrar y quien se queda afuera, tengo una lista con todos los nombres y apellidos que existen en el mundo. Mi misión es ir recibiendo a todas las almas que vienen llegando a descansar, y darles un espacio en el firmamento. No puedo dejar entrar a la gente que se ha portado mal, está prohibido el ingreso para ellos. Cada vez que alguien muere se abre un portal mágico y aparece una escalera de color blanca, al final se encuentra mi escritorio de mármol con un reloj de oro encima; los espíritus hacen fila para esperar su turno, llegan miles de muertos al día, no se puede dejar de laburar. Tengo que tener mucha paciencia, Dios me encomendó está tarea muy difícil, a cambio de mi libertad, manejo las llaves del cielo. Pero estoy muy cansado, no sé si podré lograrlo. Le voy a pedir a Dios que me libere a ver que me dice. Jehová como le dicen los evangélicos, tiene el pelo y la barba blanca, y viste una túnica larga con un pañuelo violeta, le tengo mucho miedo cuando viene a visitarme. Es inmenso, como un edificio gigante. Me dijo: Pedro es hora que aprendas el valor de ser paciente.  

Tienes que atender a todas las personas que vienen llegando, y serás recompensado, palabra del creador, alguien debe hacer este trabajo tan agotador, y tú eres mi mejor trabajador, siempre atento y amable, quiero que te quedes con el puesto, no hay nadie mejor que tú para esto. Tu nombre es muy famoso en la Tierra, no te rindas... Quiero contarte un secreto, la mejor forma para cultivar la paciencia, es aprendiendo, no gastes tu tiempo en vano. Puedes ver lo que otros no ven, estás bendito eternamente. Eres un hombre como cualquiera pero yo te escogí por tus capacidades y talentos, eres mi mejor carta de presentación, no me abandones, por favor te lo suplico. San Pedro le respondió: Padre celestial tu que todo lo ves, dime algo que debo hacer para no aburrirme, llevo mucho tiempo aquí encerrado en mi labor, necesito un poco de diversión, quiero encontrar una respuesta pero no la encuentro. Te enviaré un emisario que no podrás rechazar, él te ayudará con lo que me pides. El escritor chileno Miguel Carmona viene llegando y trae un regalo para tu escritorio mágico. Una esfera de cristal indestructible con un duende irlandés adentro, no puede salir nunca más, es para la buena suerte. Lo puedes agitar para que el duende empiece a bailar y refunfuñar, es muy chistoso. Ya verás que tu cansancio desaparecerá con este obsequio, te acompañará por toda la eternidad.  

Muchas gracias padre mío por este consejo tan grande, a veces solamente necesitamos un simple regalo para alegrar el día y seguir trabajando, estoy completamente agradecido con tu voluntad, ya puedo entretenerme sacudiendo al duende verde. Me dice cosas como no lo hagas más, me duele la cabeza, eres muy malo conmigo, déjame escapar, quiero ser libre una vez más. A mi me da risa, pobre nunca más podrá salir a jugar a la calle, lo dejaron encerrado por siempre. Gracias al escritor Karmona, mi corazón vuelve a ser feliz, y ya tengo ganas de continuar recibiendo a todas las almas del planeta, aprendí la mejor lección de mi existencia, la paciencia es sabiduría. 

 

 

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