EL TESORO DEL DUENDE IRLANDÉS

 



El tesoro del duende irlandés 

Un duende irlandés, venía caminando tranquilamente, por el bosque encantado, a la orilla de un río cristalino. El duende estaba fumando su pipa de madera, tabaco con olor a vainilla. Iba camino a su casa, al final del bosque, trabajaba como zapatero en el pueblo más cercano, ya era tarde, solamente quería llegar a su casa y contar sus monedas de oro amarillo. Era muy avaro, no le gustaba compartirlas con nadie.

Hasta que un día un granjero llamado Miguel Carmona, venía de regreso de su trabajo a su casa, entonces quiso acortar camino, y entró por el bosque mágico. El camino era de tierra,  y habían mariposas de colores, los árboles respiraban aire puro, y daban sombra. El granjero venía pensando en sus problemas económicos, no sabía como pagar las deudas que le debía al banco. Su familia era pobre y numerosa. 

Repentinamente empezó a llover, por lo tanto, el granjero aceleró su paso y comenzó a correr, todavía le faltaba para salir del bosque. Llovía cada vez más fuerte, Miguel se fue a refugiar,
debajo de un árbol muy grande, hasta que la lluvia terminara. Pasaron horas hasta que salió el sol. Todo estaba pintado de color verde, las hojas de los árboles brillaban, y el cielo tenía un color azulado intenso. Mágicamente apareció un arcoíris, dibujando una sonrisa en el rostro del granjero, era tiempo de continuar el rumbo. 

Miguel caminaba cantando una canción, al llegar al final del camino, se encontró con una casita pequeña, era la casa del duende irlandés. El granjero emocionado miraba por la ventana, a ver que había en su interior. No había nadie al parecer. Miguel entró a la casa del duende y se dio cuenta que era muy cálida, pero olía a humedad... tenía una chimenea, una alfombra desgastada y un sillón viejo. Se percató que en el suelo, abajo de una mesa, había un cofre de madera. Intentó abrirlo pero no pudo, y se lo llevó para su casa donde tenía las herramientas necesarias para abrir el cofre.

¡Clic clac! le metió un atornillador, y le pegó con un martillo, y por fin abrió, adentro habían cientos de monedas de oro brillantes, esperando saludar a su nuevo dueño. El granjero estaba muy feliz, ya podía pagar lo que debía. El duende al llegar a su casa, vio que la puerta estaba rota, y su tesoro no estaba. Se puso a llorar y llorar, le dio depresión, ya no podía decir que era el más elegante. No sabía quién le había entrado a robar, no había testigos y tampoco ninguna evidencia. Colorín colorado este cuento ha acabado.




FIN


Miguel Carmona 👅


ISBN 978-956-401-188-2

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